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“Ya no llora, ahora ríe”

Nelson Armando Carrió tiene 45. Es el papá de Julio (4), un niño con TEA (trastornos del espectro autista) que está descubriendo la mejor cara de la vida: comenzó a ir a la escuela (Amado Juri) en Los Vázquez y la fundación lo está acompañando, técnica y emocionalmente, a través del Programa Aprendiendo en Casa HIPPY. Julito es prueba fiel de los efectos de la inclusión educativa y el acompañamiento en la vida de las personas con autismo.

 

Es otro niño. Estoy muy agradecido a la fundación y a su equipo de HIPPY. Julio no entraba en contacto con nadie y en los festejos del Día de la Niñez, que organizó la fundación con la escuela estaba muy feliz, corría por todos lados y hasta se dejaba pintar la carita”, celebra Nelson, estudiante de Psicología y defensor de la Educación. Nelson convive con discapacidad visual que le impide trabajar. “Con mi esposa somos felices al poder darles Educación a nuestros hijos y verlos crecer”, remarca. Y sigue describiendo la evolución del pequeño Julio. “Mi hijo está rompiendo con esa estructura de aislamiento social, se está potenciando en este aspecto. El principal obstáculo de la persona autista es la parte social. Los chicos de la fundación lo han potenciado socialmente. Él no habla, ahora está expresando algunas palabras pero también influyó la parte visual de los libros que le da la fundación; él los hace propios. Y eso me pone muy feliz. Tiene interés en saber. Lo fundamental es que a través de la lectura está socializando y se está integrando. Julito era un niño que lloraba y gritaba mucho. Ya no llora, ahora ríe.

 

 

 

“El autismo es un estado en el cual un niño tiene que tratar de romper con la estructura de estar solo. A Julio, todo este proceso le ha permitido ser feliz e integrarse. Por eso agradezco a la fundación y al Jardín de 4, en especial a la directora de la escuela y a la señorita Mabel, afirma Nelson.

 

“Sus hermanos ahora lo pueden comprender, gracias al proceso de la escolarización y al Programa HIPPY. La inclusión de una persona es muy importante, es un derecho esencial”, agrega.

 

Y se pone contento al recordar que “la docente me dijo que lo ve muy feliz a mi hijo. Al comienzo de clases lloraba y gritaba. Ahora está más comprensivo. Obviamente falta mucho para que avance, pero el rol del grupo de la fundación y el de la escuela ha sido muy dinámico y potenciador frente a la discapacidad de Julio”.

 

Manu (Emmanuel Ruiz, Encargado de Acompañamiento del equipo León) se ha convertido en alguien muy importante en nuestra vida también. Ha ayudado mucho, como toda la fundación. Es un gran profesional. El amor que tiene le permite a mi hijo dar un salto grande como persona. Al principio tenía mis dudas sobre su rendimiento escolar, pero Julito ha progresado, insisto, falta mucho, pero la fundación ha contribuido muchísimo en lo social. Hoy mi hijo sonríe, se saca fotos –antes las evadía- con los chicos de la fundación y se pinta la cara. No compartía con sus hermanos. Desde que va a la escuela y participa de HIPPY, tiene más tolerancia, interactúa. Siento que va a seguir progresando…Y eso es hermoso”.

 

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